VOCES EN MI CABEZA

El cuchillo cayó al suelo, junto a mis pies. Estaba manchado de sangre.
Como mis manos.

Observé durante breves instantes el cuerpo que yacía a pocos metros de mí. Cerré los ojos al sobrecogerme ante la expresión de terror que el cadáver manifestaba. Me arrodillé y llevé las manos a mi cara, intentado ocultar mi profundo arrepentimiento. ¡La había matado!. Le clavé el cuchillo en su pecho varias veces, hundiendo la hoja hasta su pequeña empuñadura. La había destrozado por completo. Lo hice. Sí.
Con rabia. Con desesperación.

No fui yo. Las voces me obligaron a ello. Esa es la verdad. La terrible verdad. Llevaba varios días oyéndolas dentro de mi cabeza. Al principio eran pequeños murmullos, palabras sueltas, pero pronto comprendí que aquellas voces me hablaban a mí. Sólo yo podía oírlas.


Me insultaban. Se burlaban de mí. Me amenazaban de muerte. Ellas me instigaron, me indujeron a cometer el atroz crimen. ¡¡No podía soportarlo!!

Sonaban en mi interior cada día, cada noche. Apenas me permitían dormir, no podía vivir. Resonaban en mi mente y estallaban como bombas que me angustiaban. Estaba atormentado. Desquiciado.

Ellas me propusieron acabar con la vida de mi vecina. Me indicaron el lugar, escogieron el día. Me dieron la fuerza. ¡¡No pude resistirme!!

Aquellas diabólicas voces me aseguraron que si hacia lo que me decían se marcharían, me abandonarían. Intenté resistirme pero la tortura a la que era sometido fue más poderosa. ¡Quería tranquilidad!. ¡¡La necesitaba!!

Sólo había una forma de conseguirla y mientras las voces golpeaban mi cabeza con sus burlas, sus gritos, con sus amenazas y desprecios...lo hice. No lo dudé en ningún momento. ¡Le clavé el cuchillo! ¡Una vez! ¡Y otra! ¡Y otra más!.

Intentó zafarse. Escapar del horror pero nada pudo hacer salvo agitarse vanamente. Cuando dejó de moverse, cuando encontró la muerte… las voces desaparecieron por completo. La tranquilidad, la calma, se adueñaron de mí…

¡¡Dios mio!!, he tenido un sueño horrible. Ha sido muy angustioso. En él asesinaba a una mujer con un pequeño cuchillo. Ha sido terrible. Necesito un trago. Voy a levantarme de la cama pero…, ¿qué es esto que tengo en mis manos?. ¡¡¡Sangre!!!. Estoy cubierto de sangre. Gritó asustado al darme cuenta que a mi lado yace muerta mi mujer, con un cuchillo clavado en la garganta… ¡Es atroz!. Pero algo ha cambiado, algo es ahora distinto… ...ya no escucho ninguna voz. Estoy… tranquilo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

uff¡ parece una confesión, parecede real.